Su viaje a Budapest en 2007, junto a su hijo Roberto, tenía varios motivos: "Mis ganas de ver el azul del Danubio se confundían con el interés de conocer la tierra de los ancestros de mi nuera, cuyo papá es húngaro, de noble estirpe y que, como yo, vino a la Argentina después de la Segunda Guerra".
Rosanna es -además, de la autora de libros como Hablarte de Viajes-, la abuela de Vero Mariani, blogger y periodista argentina. Quién mejor que su propia nieta para contarles sobre el libro y un poco más.
Un río entre Buda y Pest
"Desde chiquita soñé con el Danubio azul de los valses de Strauss. Mi primer encuentro con él fue en Viena, en un momento de bajarío (¿se dirá?) y me asaltó una fangosa decepción. Por suerte Viena tiene con que reponerte de cualquier desilusión. De todos modos seguían en mis oídos las notas de Strauss, así que un día aterrizamos en Budapest.
Ahí el Danubio es el insoslayable protagonista. Un gran río, dueño del azul tan mentado y responsable de la partición de una ciudad muy vasta. Plácido, espejando la colina, separa lo historico y residencial de Buda, en lo alto, de lo político y cultural de Pest, en el llano.
El increíble palacio del Parlamento, una imponente mezcla de estilos que no deja de impresionar, está en Pest. El día en que nos disponiamos a visitarlo, no fue posible debido a una huelga que impedía los accesos (¡tanto para que no nos olvidáramos de "casa"!) En Pest se encuentra además el Palacio de la Opera, muy apreciado por los melómanos de todo el mundo y, finalmente los resabios que aún queman, de la historia más reciente.
La lucha sangrienta por la liberación del dominio ruso, en 1956, tiene ahí su museo y muchos vestigios más hacen que se sientan todavía vivos el orgullo y la pasión, especialmente en los mayores de 40 años.
Las avenidas son anchas, arboladas y la Plaza de los Héroes es de una vastedad impresionante, circunscripta entre dos columnas. Entre las columnas, sendos monumentos rinden homenaje a los grandes de su historia comenzando por San Esteban I el fundador de la nación, aunque los orígenes de Hungría se reparten entre celtas, romanos y eslavos.
No recuerdo haber comido nada que me llamara la atención, salvo los dulces que son muy buenos y un vino blanco digno de ser mencionado. Aunque se toma mucha cerveza.
En las peatonales, que son varias y muy coloridas, están los bares más modernos y presentes con sus tentaciones, todas las griffe. Los precios en florines de aquel 2007, acompañaban la fama de las grandes marcas.
Ahí no tan lejos, caminando, visita ineludible, la Catedral de San Esteban, de estilo neoclásico, flanqueada por dos grandes campanarios. El interior, majestuoso en sus tres naves decoradas con mucho oro, guarda la reliquia de la mano del Santo, meta, un poco... macabra, de todos los fieles. Un rezo nunca está demás, pero preferí un altarcito lateral donde dejar mi velita. También preside una gran plaza y en los alrededores se encuentran los mejores hoteles.
Los húngaros son cordiales y románticos así que volviendo a mi redescubierto río, no nos pudimos sustraer al encanto de una navegación nocturna, bajo los muchos puentes y las orillas iluminadas, al son de los violines, bailes de czardas y operetas de la Belle époque, con su infaltable champagne. El resto, for export, las cavas donde se guardaba el vino, ahora transformadas en restaurantes temáticos y bulliciosos, al estar bajo tierra, me interesaron menos.
Al llegar el día de la vuelta, el avión sube hacia el norte, dejando admirar el Danubio, desde arriba más azul que nunca, cuando abandona su curso entre los campos para entrar en las entrañas de la gran ciudad.
Para no quedarnos sin un pantallazo un poco más completo, nos enteramos que tiene una floreciente industria farmacéutica, informática y agropecuaria, debido justamente a su vasta llanura y al río que no peca sólo de romántico.
Solamente una advertencia: ojo con los taxistas! Nosotros encontramos uno con pésimo carácter, que nos dio un susto cuando nos permitimos discutir la exorbitancia que pedía. El tipo aceleró a toda máquina gritando en su idioma, incomprensible no sé qué amenazas. Era de noche, así que le tiramos el dinero en el asiento a su lado y bajamos sin que siquiera parara el auto!
Sin embargo una visita a Budapest es muy interesante. Es una ciudad donde lo barroco se funde con lo más moderno, sin estridencias, donde se nota la influencia del diseño italiano. Aún sin el glamour de la cercana Praga, tiene un encanto y un aura particularmente románticos."
Fotos: Albúm personal de Rosanna (gracias por escanearlas para el blog) y Vero Mariani.
mi nonna es lo más!!!!! gracias gabi por subir su budapest, me emociona mucho!
ResponderEliminarbeso enorme!!!
Gabi!
ResponderEliminarpor supuesto este no es un comentario, sino un emocionado gracias por permitirme revivir y por sobre todo, compartir la vivencia desde tu blog que vuelca un tema que te es evidentemente, muy caro.
Te deseo el éxito que acompaña a los que no se quedan ..en la misma vereda toda la vida!
Y ahora me voy a deleitar leyendo los otros post.
Un beso.
Rosanna
Qué placer volver a leer a la nonna de Vero!!!
ResponderEliminarSus relatos no tienen desperdicio, más aún para los que aún no conocemos Budapest!!!
Gracias Gabi por compartir con nosotros este post!!!
yo soy Gaby, la del medio entre estas dos mujeres increibles, pero con muchas menos dotes literarias...
ResponderEliminarque orgullo me da ser la hija de Rosanna y mamá de Vero.. es toooooo much!!!!
gracias Gabi por darme esta emoción..
beso y que disfrutes enormemente tu vida en esa fantástica ciudad que deseo tanto conocer!!
ojalá llegue pronto ese día...
De nada! Y ya unimos las tres generaciones de mujeres en un mismo post/comment :) Gaby, te esperamos en Budapest!
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