jueves, 23 de diciembre de 2010

Christmas traditions in Hungary

(Versión en Español: acá)

- How do they explain to Hungarian children that Baby Jesus brings the presents? How would a baby carry them? If Santa has reindeer, Baby Jesus has any mean of transportation?

These enlightening questions arose the other night (with the help of palinka) talking with two British friends. We were trying to understand some of the new Christmas traditions around us and this thing about Baby Jesus was not really clear. Taking in account our own childhood experiences, this new mythology seems a little bit strange and we assumed that for children might be easier to believe that a fat and bearded guy with eight reindeer carry all the packages and not a baby.
Anyway, you should not worry: in Hungary there is also a St. Nicholas (Mikulas), but his important day is on the 6th of December when he gives chocolates, oranges and tangerines to children who behaved well and a little branch to the mischievous ones.
Here they don´t eat Pannetone but Beigli, a Hungarian pastry full of poppy seeds and szaloncukor. It is common to have some kind of fish for the Christmas dinner and after that they can open the presents. They don´t have to wait until midnight!
New Year’s Eve is a time to be with friends. One important thing: if you want to be sure that your finances are going to be good you should eat lentils. The reason? The shape, similar to coins, represents money. This year I won´t forget to have some!

This post has been entered into the Grantourismo and HomeAway Holiday- Rentals travel blogging competition.

domingo, 19 de diciembre de 2010

De costumbres y tradiciones: las fiestas en Hungría

(English version: here)

-¿Cómo les explican a los niños húngaros que el Niño Jesús les trae los regalos? ¿Cómo haría un bebé para llevarlos? ¿Si Papá Noel tiene renos, el Niño utiliza algún medio de transporte?

Estas, y otras preguntas esclarecedoras, surgieron la otra noche (palinka de por medio), con dos amigas británicas (aunque mitad española una, y la otra mitad neozelandesa). Claro, todas estábamos tratando de entender algunas de las nuevas costumbres navideñas que nos rodean. Y esto del Niño Jesús nos trajo muchas dudas. Por nuestras propias experiencias infantiles nos resulta un poco extraña esta nueva mitología y suponemos que es más fácil que un niño crea que un gordo barbudo con ocho renos cargue todos los paquetes, y no un bebé.
De todas maneras no se preocupen: en Hungría también existe San Nicolás (Mikulas), pero no cobra protagonismo el 24, sino el 6 de diciembre. Ese día basicamente la gente regala chocolates, naranjas y mandarinas (a los que se portaron bien durante el año) y a los más traviesos les toca una ramita (o las dos cosas).
Otra diferencia, al menos con Argentina, es el momento de armar el arbolito. Mientras que acá recién se coloca el 24, allá la norma es ponerlo el 8 (el día de la virgen). Una linda sorpresa es que además de los clásicos adornos, se cuelgan unos chocolates especiales que se venden sólo para esta época (szaloncukor). Si viajan para esta época seguro los van a probar, porque es muy común que los regalen en las tiendas después de comprar algo.
Muchos también siguen la costumbre del calendario de adviento y todos los días los niños reciben un regalito. Si se fijan, en la plaza de Vörösmarty, frente al principal mercado navideño, van a poder verlo en la tradicional confitería Gerbaud.
Acá tampoco se come Pannetone (Pan Dulce) o turrón, pero lo que nunca puede faltar es el beigli lleno de semillitas de amapola (una marca registrada por estas tierras). La cena del 24 en general se hace un poco más temprano, y muchas familias eligen comer algo con pescado (sopa o plato principal). Después es la hora de abrir los paquetes. Esto es bueno para los ansiosos, ya que no hay que esperar a la medianoche. Acá la Navidad es una celebración familiar, y después del brindis y la comida no hay fiestas o cosas por el estilo.
Por el contrario, Año Nuevo es el momento de estar con amigos y no en familia. En general la gente se junta en una casa o sale a bailar. Para esa fecha, para asegurarse que vendrán momentos prósperos económicamente, hay que comer lentejas (esto lo supe recién este año!). ¿La explicación? Parece que la forma es similar a las monedas, y de ahí la alegoría con el dinero. Por las dudas, este año ya estoy preparando un guiso! :)

¿Qué otras costumbres conocen en Hungría? ¿Hay muchas diferencias con sus propios países?

sábado, 11 de diciembre de 2010

Escapadas: Viena en Navidad

Es prácticamente imposible vivir en el hemisferio norte y no contagiarse con el espiritu navideño. Será porque la gente necesita excusas para salir de sus casas con el frío bajo cero. Serán las ganas de tomar un vino caliente rodeado de cálidas lucecitas de colores. En diciembre los mercados ganan las calles, con stands de artesanías y comidas con suficientes calorías para alimentarse durante todo un año.

Pero si de mercados navideños se trata, Viena lleva la delantera. A sólo unas dos horas de auto desde Budapest, es un destino ideal para esta época. En serio, y no lo digo yo. Caminando por las bellas callecitas austríacas por momentos no sabía si en realidad seguía en Hungría. Digamos que fue un excelente lugar para practicar el idioma magyar ;). Y además hay lugar para probar algunas especialidades como Kürtöskalács o Langos.

Muchos eligen hacer una parada estratégica por el Designer Outlet de Parndorf (a pasos de la frontera entre Austria y Hungría). Es como una mini ciudad con tiendas al aire libre. Los precios son variados, algunos muchos más convenientes que otros. Pero si les gusta ir de shopping, es una buena opción. Además hay algunas marcas que no hay por estas tierras.
Llegando a Viena, el mercado de Rathausplatz es un destino ineludible. Después de todo es el más antiguo y el más grande, en el corazón de la Municipalidad. Pero son esas mismas características las que, a mi humilde entender, le juegan en contra. Es imposible caminar, sacar fotos o parar a comer algo tranquilos. Si tienen la suerte de que los trencitos temáticos no les pasen por arriba, y que la marea de turistas los dejen acercarse a comprar un ponche, quizás van a poder ver con detalle lo que pasa alrededor.

Pero más allá de ir a los mercados famosos (siguiendo por ejemplo por el de Spittelberg o el del Castillo de Schönbrunn), los mejores son esos que te sorprenden a la vuelta de la esquina. Si salen a caminar sin rumbo por el centro, seguro van a encontrarse con algun callejón o plaza con un mercado improvisado. En el camino, no dejen de prestar atención a la decoración callejera que por momentos es asombrosa. Y, si tienen tiempo, claro, hay miles de museos con una oferta cultural envidiable. El domingo terminaba la muestra de Frida Kahlo y, pese a los varios grados bajo cero, la gente hacía cola en la calle. Bueno, ya saben: mucho abrigo, calzado adecuado, y una buena dosis de chocolate o ponche caliente.

Les dejo unas guías (en inglés). Acá o acá.
Pd: No sabía que los austríacos eran tan animal-friendly. Entraban con los perros a las tiendas sin ningún problema, y también viajaban en transporte público con sus mascotas.

Fotos: Andras Petho

domingo, 28 de noviembre de 2010

A cantar villancicos

Llegó el invierno a Budapest. Y con él dos clásicos: la nieve y el mercado navideño de Budapest. En pleno centro, en la plaza Vörösmarty, es hoy uno de los más populares de Europa. ¿Qué se puede hacer? Bueno, a juzgar por el orden de prioridades de la gente, podríamos decir lo siguiente.
1. Tomar vino caliente, claro. Lo venden en una taza especial navideña.
2. Comer, comer y comer. De todo. Para los amantes de lo dulce es EL lugar para probar Kürtőskalács. También hay muchos platos super calóricos para hacerle frente a las temperaturas bajo cero, como Töki Pompos o salchichas.
3. Comprar productos artesanales. Juguetes, bolsos, aros, gorros, etc.
4. Ver algún espectáculo en el escenario al aire libre.

Si necesitan más, hay otros mercados más pequeños en la capital del Danubio, en las plazas Jokai y Liszt Ferenc. A cantar villancicos entonces! ;)


domingo, 14 de noviembre de 2010

Una tarde en Szentendre

Una de las cosas que más me gustan de Szentendre es que, pese a que está muy cerca de la ciudad, te permite sentirte por un ratito como si estuvieras de viaje. En esas calles empedradas la gente camina a otro ritmo. A sólo unos 30 o 40 minutos (en auto o en el tren de cercanías) es un paseo ideal para escaparse de la rutina una mañana o una tarde. A orillas del Danubio, esta pequeña ciudad brinda una gran oferta cultural con museos, galerías de arte contemporáneas y ateliers de artistas.
Reconozco que las calles del centro están demasiado orientadas al turismo: miles de productos típicos para vender a precios no muy accesibles (para ello es mejor el Mercado Central). Pero el secreto está en evitar estas tiendas y perderse por estrechas callecitas, sacar fotos a varias de sus Iglesias y a los edificios barrocos o sentarse a hacer un picnic a orillas del Río.

Como nadie es mejor que un local, les paso algunos recomendados de Szandra, mi adorable alumna de conversación de español:

-El Museo etnográfico al aire libre. Vale la pena chequear la agenda porque suele haber muchos eventos para niños y para adultos.

- Művészetmalom (Arte Molino), es un nuevo centro cultural de Szentendre. Ideal para ver una obra de teatro en verano o recorrer alguna interesante exhibición.

-La galería Erdész (que en español significa guardabosque) que, además de las diferentes exhibiciones de arte, ofrece una tienda para comprar joyas de diseños exclusivos, bolsos y accesorios (aunque no aptos para todos los bolsillos).

-Szamár hegy, una colina elegida por distintos artistas para vivir y tener su atelier. Allí además pueden tomar un té (son muy buenos y vienen en teteras individuales o para compartir) o una cerveza en Dalmát.


Cómo llegar: Hay muchas formas: en coche, en tren o hasta en barco. Acá las opciones. Para los más deportistas hay un circuito de bicisendas desde Budapest.

martes, 2 de noviembre de 2010

Aprendiendo húngaro, parte III


"Egy kicsit beszélek magyarul", es mi nueva frase de cabecera que reemplazó al "Nem beszélek magyarul". Basicamente pasamos de decir "no hablo", a decir "hablo un poquito". Optimista lo mío. Todo arrancó a fines de febrero y podemos decir que soy lo que se llama una alumna perseverante. Ya vamos por el tercer curso y soy la única que sobrevivió a los tres seguidos y no dejó por el camino.
Admito que estudiar este idioma es una experiencia difícil y frustrante. No es como otros que enseguida le agarrás la mano y empezás a hablar y comunicarte, sin importar los errores. No señores, acá la cosa es distinta. Puede ser que uno tome coraje, piense la frase cientos de veces en su cabeza, combine todas las reglas de gramática, sume sufijos y prefijos y se lance con toda la confianza a decirle algo a un húngaro. Les juro que la cara de "¿qué estás diciendo?" amilana al más valiente. Claro, acá la pronunciación es clave. ¿Te confundiste una "e" con una "é"? ¿No pusiste bien la boca al decir la maldita "ü"? Ya fue, no te entienden.
Pero no todo es dificultad. Vamos a contar las cosas buenas también (sobre todo para las muchas personas que se contactaron conmigo por este tema, no quiero asustarlos....vamos que se puede muchachos!). Por un lado admito que me divierten las clases, me entretiene (en general) hacer la tarea y día a día se aprende un poquito más.
Estos últimos tiempos siento algo bastante particular. Es como si estos meses muchas cosas hubieran estado tapadas por una gran nube gris. Todo era más o menos inentendible. Todo más o menos imposible de pronunciar. Pero de repente el cielo se va aclarando por partes y ese cartel en la cuadra de tu casa, ese que veías todas las mañanas, toma sentido. "Claro, esto era un estudio de abogados!" o "estos venden publicidad". Y esas pequeñas victorias cotidianas valen mucho en una tierra tan extraña como esta. O las fugaces "mini conversaciones" con el panadero o tu profesor de danza (que dicho sea de paso, desde que articulé dos oraciones seguidas, ahora piensa que manejo el idioma y se rehusa a que pida traducción a alguna compañera).
El otro día escuchaba como Anthony, un amigo francés (y argentino por adopción), ordenaba una pizza por teléfono en húngaro con una soltura envidiable. Cosas como esa me dan fuerza para seguir aprendiendo. Aunque muchos extranjeros que pisan estas tierras jamás intentan tomar una clase de magyar, hay gente como él que insiste y lo logra. "Creo que el mejor consejo que puedo darte es que te tomes esto como un juego. Para mí es una especie de hobby", me dijo mientras esperabamos la grande de muzzarella. Creo que fue una de las mejores recomendaciones que me han dado en todo este tiempo. Y bueno, será que hay gente que colecciona estampillas, otra que arma avioncitos de madera balsa y otras (como yo y como Anthony) que intentan aprender uno de los idiomas más difíciles del mundo. :)

¿Aprendieron húngaro? ¿Cómo fue su experiencia?

miércoles, 27 de octubre de 2010

El tren de los niños

Podríamos decir que nuestra visita al Tren de los niños (Gyermekvasút) fue una especie de excursión escolar. Todo empezó en la clase de húngaro, mientras luchábamos con mis dos compañeras para tratar de memorizar los nombres de todos los medios de transporte locales (les juro que hay muchísimas opciones). Así fue como nuestro gran profesor nos habló de este paseo: un tren en el que trabajan chicos de 10 a 14 años. Y allí fuimos las tres. Es una salida interesante no sólo por esta particularidad, sino por el paisaje en sí. El tren recorre 11 kilómetros en las colinas de Buda, atravesando hermosos lugares como Normafa.

Bueno, como les decía, acá trabajan los pequeños, pero (no se asusten) que los conductores son adultos (lo mismo que los supervisores). Casi todas las demás tareas, desde la venta de tickets, hasta el control, o la operación de las señales está bajo el control de los pequeños. Por los altoparlantes también se escuchan voces infantiles. Los participantes deben tomar un curso de entrenamiento previo que dura cuatro meses y que termina con un examen. Como en el caso de los adultos del sistema ferroviario, la licencia expira en un año, y deben renovarla cada primavera.

Los niños trabajan en las siete estaciones y la idea es que vayan rotando en las posiciones. Lo más alto que pueden llegar es a traffic manager (los van a reconocer por el gorro rojo). Los niños van cada quince días y son voluntarios. Para la mayoría es una forma de divertirse y aprender a tomar responsabilidades.

Este tren tiene una larga e interesante historia, que arranca por los años del comunismo y está intimamente ligada al concepto de los pioneros. La idea de un tren operado por niños comenzó después de la segunda guerra mundial y se replicó en varios países del ex bloque soviético. En 1947, durante un encuentro del movimiento infantil en el Ministerio de Asuntos Culturales húngaro, se decidió instalar un gran campamento ("la ciudad de los niños"), junto a un novedoso medio de transporte. La construcción comenzó el año siguiente.
Se seleccionaron alrededor de 80 chicos de las escuelas de Budapest, pero sólo eran admitidos aquellos con excelentes calificaciones (el mismo requisito que continúa hoy). Poco a poco se fue ampliando la construcción y sumando estaciones. El tren infantil fue mucho más popular de lo esperado, muy asociado al sistema político. Altos líderes comunistas solían visitarlo y los pioneros eran mostrados como modelos para sus compañeros de clase. Era una institución de élite que buscaba representar a lo mejor de las nuevas generaciones.

En octubre de 1956, en los momentos de la revolución húngara, el tren se cerró. Pero, según explican en el sitio web, no sufrió daños: "Aunque era una iniciativa del régimen, se consideraba más una institución infantil que un símbolo político". Con la caída del muro siguió en funcionamiento, aunque con menos fondos y cambios en la organización interna. Ya no está el movimiento de pioneros, sino que la empresa responsable es la compañía ferroviaria del Estado (Máv). También se renombraron algunas estaciones, se removieron las estrellas rojas y las corbatas coloradas se sustituyeron por las azules. Hoy sigue funcionando como una pintoresca atracción turística para locales y extranjeros.

Datos útiles: Hay trenes todos los días (de septiembre a abril no funciona los lunes). En invierno circulan desde las 9 hasta las 17, y en verano el horario se extiende hasta las 19. Además hay servicios especiales la mayoría de los fines de semana. Hay distintas tarifas, pero por ejemplo un ticket sólo de ida cuesta 700 forints. Los trenes a vapor circulan los fines de semana y feriados, dos veces por día, y se cobra un adicional. Además hay un vagón especial para fiestas y cumpleaños. Toda la información está en la página web.

Cómo llegar: Con el tranvía 61, desde Moszkva ter, se llega a la estación Huvosvolgy. De ahí se puede caminar, subiendo unas escaleras, hasta llegar a la terminal. Esta es sólo una manera, hay distintas opciones según la estación a la que quieran ir. También pueden aprovechar y tomar el fogaskerekű vasút (“ferrocarril de cremallera”) al inicio o al final del recorrido. Vieron? Les dije que acá hay medios de transporte para todos los gustos.

Gracias a Milan Gadjos, fotógrafo invitado para este post!

¿Fueron a este tren? ¿Qué les pareció? ¿Qué recomiendan hacer antes o después?

domingo, 3 de octubre de 2010

Menú del día - Almuerzos económicos

El almuerzo es el momento ideal para salir a conocer restaurantes en Budapest. De lunes a viernes al mediodía la mayoría de los restaurantes céntricos ofrece un menú del día a precios mucho más económicos que los de la carta. Una opción ideal no sólo para los oficinistas, sino también para los turistas que visitan la ciudad. Por el precio de un combo en Mc Donalds pueden sentarse en un lugar mucho más bonito y probar alguna especialidad local. Los precios rondan los 1000 forints (4 euros), y después hay que sumarle la bebida.

Menza
Aire retro por excelencia. Todos los camareros usan zapatillas Tisza, una marca húngara ícono de la época comunista que hoy es tendencia. En la coqueta Liszt Ferenc Tér, a pasos de la Opera y de la avenida Andrassy. Hay mesas también en la calle. Recomiendo llegar temprano porque el menú se agota. Se puede chequear los platos del día online.
Liszt Ferenc Tér 2 (1065)

Két Szerecsen
En la misma zona que Menza, es uno de los mejores restaurantes de Budapest. Por las noches muchas veces es complicado conseguir mesa, por lo cual es mejor reservar. Pero al mediodía es más tranquilo.
Nagymező utca 4 (1065)

Kőleves
En el corazón del barrio judío, un lugar con buenos precios también por la noche. De lunes a viernes ofrecen dos menúes, uno con carne y otro vegetariano. También vale la pena probar algún postre. Más información acá.
Dob utca 26, (1075), esquina Kazinczy utca 35.

Cantina universitaria

Pero no sólo de lugares cool se trata. Si la idea es probar platos húngaros cuidando el bolsillo, el comedor de la facultad de medicina de la Universidad Semmelweis es un gran lugar. Con platos que rondan los 700 forints, y un real estilo cantina, pueden sentirse por un rato parte de la comunidad estudiantil. Tienen que entrar, y bajar las escaleras de la derecha. En verano hay un lindo patiecito.
Universidad Semmelweis (1088) - Vas utca 17

Cantina en el Castillo
Si hay un lugar con precios prohibitivos a la hora de comer, es la zona del Castillo. Restaurantes de alta categoría pensados para un público cinco estrellas. Sin embargo, si la hora del almuerzo los encuentra caminando por allí, hay una cantina con buenos precios, decoración austera y comida sencilla. Un revival de la época del comunismo. No tiene entrada a la calle, pero sólo tienen que ingresar al patio y subir las escaleras de la izquierda.
András Ter 4

Hummus Bar
Una gran opción tanto para el mediodía como la noche. Precios económicos y comida muy rica, de una cadena de origen israelí. Hay tres sucursales, dos vegetarianas y una con carne. Comida rápida, pero sana y sabrosa. También hay delivery.
Kértész u. 39 (1073) - Vegetariano
Alkotmány u. 20 (1054) - Vegetariano
Október 6. u. 19 (1051)

Gyros

En toda la ciudad se multiplican estos locales para probar al paso las delicias de la comida árabe. Por 600 forints (2 euros) pueden resolver el almuerzo. Estos restaurantes de comida rápida son también ideales para trasnochadores, ya que muchos recién cierran sus puertas a las 4 de la mañana.

Bueno, esta es sólo una primera lista, pero entre todos podemos ir armando más. ¿Qué otros lugares sugieren para almorzar en Budapest con buenos precios? ;)
Buen provecho!

lunes, 27 de septiembre de 2010

En Budapest: en Facebook y en Twitter

Hace tiempo que comenzó este blog con la idea de que puedan concocer un poco más acerca de la ciudad a partir de pequeños fragmentos. Como dice su nombre: "Una guía turística alternativa para armar". Poco a poco, la guía empezó a trascender las fronteras de esta página, para compartir contenido en las redes sociales.

1) En la página de Facebook esta semana ya somos más de 400 personas! Es el sitio ideal para contactarse con húngaros, extranjeros en Budapest o personas que están planeando su viaje a Hungría. La página es en español y en inglés. Los invito a sumarse. Además hay fotos. Pequeños guiños cotidianos.

Zona para besarse. Danubio/Pest



El gato "superpoderoso"



Máquina expendedora de carnadas las 24 horas



Elija su matrioshka preferida en el Mercado Central


También hay lugar para videos, con especial inclinación por aquellas joyitas retro que nos muestran una Budapest de antaño. Dos de mis preferidos: Que hablan tanto de los modernos flashmob? Eso de bailar en el medio de la ciudad, ya se hizo en 1962! O, este genial documental de Balaton retro (el gran lago de Hungría).

2) La otra pata online es en Twitter (con el usuario @enbudapest). También hay fotos, videos, sumado a actividades y eventos de la ciudad. Por cuestiones de público y conversaciones, la mayoría de la información está en inglés.

Bueno, ya están avisados y más que invitados a sumarse! Repito las coordenadas

Facebook: http://www.facebook.com/enbudapest
Twitter: http://twitter.com/enbudapest
Y proximamente YouTube. Paciencia que tengo que editar los videos! ;)

sábado, 18 de septiembre de 2010

¿En dónde viven los húngaros?

Hol élsz tel? (¿Dónde crees que vives?), esa es la pregunta que actúa como disparador de la exhibición organizada por la revista húngara ARC. Es el resultado de un concurso en que diversos artistas buscan responder a este interrogante diseñando un cartel para la vía pública. Hasta el 22 de septiembre se pueden ver a las obras premiadas en el Parque de la Ciudad (Varosliget). Una buena idea para conocer un poco más a los húngaros. Para los que están lejos, acá les dejo algunos ejemplos.

"Me gusta"


Parece que los húngaros viven mucho en Facebook
...


"Es el momento, vamos húngaros"



"My world music map". Para Argentina, eligió Federico Aubele. No lo conocía, pero voy a escucharlo.


En el aire


Una imagen tradicional de los fundadores del país (pero esta vez en el planeta Marte)


"Declaro mi amor / Me divierto / Me encuentro con mis amigos / Viajo / Practico deportes / Me separo"



"No importa quién eres, la leche es buena para ti". Esto no es sólo una instalación. En Hungría se ven muchos estas máquinas dispensadoras de leche. Hay que llevar una botella, poner una moneda, y listo.


"Esto no es un Parlamento"
. Me encantó. No deja de sorprenderme este imponente edificio que domina el Danubio.


Y un poco más, para ir terminando.


Y la última... ;)

jueves, 2 de septiembre de 2010

Comiendo en Hungría, por Pablo Neruda

"¿Conocés este libro?", me preguntó Paula, la bibliotecaria, en la segunda vez que me acerqué a la Biblioteca del Instituto Cervantes de Budapest. Un espacio llamado Ernesto Sábato, y que me ofrece a pasos de mi casa miles de ejemplares de autores españoles y latinoamericanos, sumado a música y películas. "Comiendo en Hungría, de Pablo Neruda y Miguel Angel Asturias", leo en una cubierta anaranjada, de esos libros grandes de tapa dura. ¿Pablo Neruda escribió un libro sobre comida húngara?. Claro, sin duda lo sumé a los otros dos que pensaba llevarme de la biblioteca, y fue el primero en que empecé a leer. Y mientras lo ponía en mi la canasta de la bicicleta, pensaba en que gracias a Paula (y sin buscarlo), ya estaba el próximo post de En Budapest.
Para colmo, cuando abro la primera página me encuentro con la firma de Teresa, una adorable española que vive hace muchísimos años en Budapest y que escribe interesantes notas en el sitio el Quincenal de Hungría, recordando, por ejemplo cómo eran las peluquerías de la época comunista o la comida de antaño. Entonces, gracias también a Teresa por donar este ejemplar que ya es muy dificil de conseguir!
Simplificando, resulta que Neruda y Asturias viajaron a Budapest en 1965, comieron como locos fascinados por nuevas combinaciones de sabores, y entre copas se preguntaron: "Y porqué no escribimos un libro sobre esto"?". Bueno, algo más o menos así dio como resultado páginas con historias, reseñas de restaurantes, recetas y hasta poesías a la paprika o al vino Tokaj ("el vino de los reyes"), junto a lindas ilustraciones. Un libro sencillo, sin grandes pretensiones de revolucionar la literatura, pero ideal para aquellos que quieran conocer un poco más de la cultura gastronómica magyar. Con un orden caprichoso que lo hace más interesante, hasta terminar en un "Léxico Abreviado de las comidas, bebidas, tabernas y restaurantes de Hungría". De repente, el famoso poeta chileno y el escritor guatemalteco se convierten en guías para descifrar un poco más de la gastronomía local.

Pero no es sólo comida, por momentos se transforma en un diario de viaje con recorridos como un domingo a la mañana en el Museo de Bellas Artes, el parque de la Citadella, la Isla Margarita, las calles de Óbuda, y hasta los festejos del 20 de agosto con fuegos artificiales sobre el Parlamento. El viaje también incluye otras ciudades como Kecskemét, o Tihany.
Incontables son los platos y vinos húngaros que probaron Neruda y Asturias, quizás inspirados por su "Alegato del buen comer": "De las cocinas huyeron las horas amorosas de la preparación de platos y pasteles, y la tristeza disfrazada de preocupación por la gordura, la línea, el pecado y el costo y el tener que estar a horario, acabó con lo que antes era grato y placentero, sentarse a comer. Ahora no se come. Se toma de los platos con aire de no quiero, determinada cantidad de alimentos que contienen no más calorías de las necesarias. ¡Cuidado con pasarse o propasarse! ¡Cuidado!". Sorprende que un texto escrito hace cuatro décadas refleje tanto uno de los problemas moderno, no?
El epílogo del libro completa la idea, de volver a la abundancia y el disfrute de los alimentos. "Vamos de camino y comemos donde la mesa es buena y hay amigos. Eso nos ocurrió en Hungría. Buena mesa y muchísimos amigos. Si se trata de llenar el estómago, comer es vulgar, y si es por alimentarse, comer es instintivo. Por eso la mesa que tuvo para nosotros Hungría fue campo de fiesta y los que nos acompañaron, celebrantes de un ritual tan antiguo como el hombre mismo y tan actual como la vida cuando se mantienen las formas del convivio, el gusto por la compañía, las viandas, los vinos, la charla, el humo del tabaco y aquella inconfensable sensación de sobremesa, cuando nos embarga la emoción de estar compenetrados de substancias que fueron combinadas para nuestro deleite en proporciones de arte y sabiduría".
Y completan más adelante: "Fue una fiesta. Cada comida fue una pequeña fiesta. Comida y hospitalidad en Hungría van de la mano. El pueblo húngaro es apresuradamente hospitalario, entre otras cosas, porque le gusta la buena mesa y sentar amigos alrededor de los manteles. Y en cuanto a su cocina es incitante, apetitosa, dueña de sabores capitosos únicos, en lo propio y en lo ajeno, ya que muchos platos de la cocina extranjera preparados a la manera húngara poseen la magia del condimento".

Y todo para llegar a un epílogo al que ellos mismos definen como una "retrospectiva de sabores, teñidos en su mayor parte por el rojo-rosa de la paprika. "La escala es infinita. El paladar es imperfecto para medir de los sabores intensos a los ténues (...) La manteca reina. El polvo de amapolas riega de pecas las espumas batidas de los turrones que cubren los pasteles. El perejil y la mejorana encienden sus olores. Ajos, cebollas, tomates, pepinos, pepinillos, especias, todas las especias. Hay que echar de la mesa al diablo del aburrimiento. El tedio en el comer diario es la antesala del desamor en los hogares. Y en Hungría el ama de casa siempre va más allá de lo conocido". Todo para concluir: "La cocina húngara es siempre un experimento, un ensayo, una aventura gloriosa".


"Cuando se cruza el río hay un minuto central inmóvil, tierra de nadie, en que tu cuerpo no está en Buda ni en Pest, en que tu alma pertenece al Danubio, a su plena corriente que se desliza por la historia". Comiendo en Hungría, Editorial Lumen, Barcelona, 1969.